El bebé encontrado en el penal de Puebla se llamaba Tadeo. Había muerto cinco días antes de ser localizado en un contenedor de la cárcel. Su caso refleja el fracaso de la reinserción social y el cuidado de las infancias en México.
MARIO GALEANA | @MarioGaleana_
Quizá hubo un tiempo en el que un bebé jamás habría sido desenterrado de su lecho, arrancado de la memoria y del luto aún fresco de sus padres, para ser llevado hasta una cárcel a 140 kilómetros de distancia y ser desechado allí mismo en un contenedor de basura.
Pero nuestro presente es ese tiempo en el que todas estas cosas son posibles. La historia de Tadeo, el bebé que fue hallado en el penal de San Miguel, en Puebla, desnuda no sólo el desmoronamiento del sistema carcelario en México, sino el fracaso de una sociedad donde no impera el interés superior de la niñez.
Tadeo nació el 4 de octubre de 2021 y tres meses después murió por problemas intestinales. Sus padres lo enterraron el 6 de enero de este año en el panteón de la alcaldía de Iztapalapa, en Ciudad de México, pero fue encontrado cuatro días después en un contenedor del penal de Puebla.
Cuando los padres de Tadeo leyeron en redes sociales sobre el hallazgo del cuerpo de un bebé, fueron hasta el panteón de Iztapalapa y descubrieron que el sepulcro de su pequeño hijo se encontraba vacío.
De acuerdo con Saskia Niño de Rivera, directora de Reinserta, la organización que denunció el caso, los padres de Tadeo fueron amenazados por el personal del panteón.
Sin embargo, el 22 de enero la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México confirmó que existía una denuncia por la exhumación de un bebé de tres meses.
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Al día siguiente, el personal del órgano y los padres de Tadeo acudieron a Puebla para confirmar su identidad. Se hicieron pruebas de ADN, se cotejaron los registros de nacimiento y de fallecimiento del bebé, y así se confirmó que Tadeo era el nombre del cuerpo encontrado en el penal.
Por la noche de ese mismo día, el 23 de enero, las autoridades de Puebla entregaron a sus padres el cuerpo del bebé Tadeo.
Todo esto es la parte de la historia sobre la que se ha arrojado luz. Una historia que rasga, con toda su brutalidad, la categoría de lo indecible.
Las preguntas por resolver
Lo que aún no se sabe es lo que ocurrió entre la interrupción de su sepulcro y su hallazgo: quiénes y por qué desenterraron a Tadeo, quiénes y por qué permitieron su ingreso en el penal de Puebla, y sobre todo con qué motivos lo llevaron.
El fiscal general del estado de Puebla, Gilberto Higuera Bernal, informó que una necropsia confirmó que el bebé tenía todos sus órganos. El cuerpo presentaba una cicatriz con puntos de sutura, que había sido resultado de las intervenciones quirúrgicas que se le realizaron antes de morir.
Esto echa por tierra, aparentemente, la teoría de que el cuerpo del bebé pudo haber sido utilizado para ingresar algo al penal de San Miguel.
En una serie de videos publicados en redes sociales, Higuera Bernal sólo dio a conocer que se ha confirmado la identidad de la persona que depositó el cuerpo de Tadeo en el contenedor de Puebla.
No dijo nada sobre la persona que lo ingresó, pero aseguró que la Fiscalía de Puebla ha interrogado a “decenas” de custodios, comandantes, funcionarios y personas privadas de su libertad, y analizado los videos de las cámaras de vigilancia del penal de Puebla.
Acostumbrado a abordar temas de toda índole en su conferencia de prensa matutina, desde rifirrafes políticos hasta temas de salud pública, el gobernador Miguel Barbosa Huerta ha optado, no obstante, por el silencio.
La mañana de este lunes 24 de enero se limitó a referir que el curso de las investigaciones y sus avances serán dados a conocer por la Fiscalía General del Estado (FGE).
“Yo solo quiero decir que le toca a la fiscalía dar información sobre el avance, pero tengo conocimiento de que es un asunto ya muy avanzado que va a darse a conocer en cualquier momento, entonces hay que ser muy cuidadosos para que sea la propia fiscalía la que informe”, señaló.
Pero catorce días después del hallazgo de un bebé que fue desenterrado de su lecho, arrancado de la memoria y del luto aún vivo de sus padres, para ser llevado hasta una cárcel a 140 kilómetros de distancia, no hay respuestas.
Por la tarde del lunes 24 de enero, la Fiscalía de Puebla anunció que aprehendió a 19 personas que laboran en la cárcel, “incluyendo niveles directivos”.
Los delitos por los que se investiga a las 19 personas, son abuso de autoridad o incumplimiento de un deber; infracciones a las leyes y reglamentos sobre inhumaciones y exhumaciones; y encubrimiento.
La vida en el penal de San Miguel
Ubicado en el extremo sur de la ciudad de Puebla, en una colonia sinuosa y plagada de barrancas y casos de desaparición forzada, el penal de San Miguel puede ser el reflejo del sistema carcelario en México.
El centro de reinserción social no tiene director oficial desde hace siete meses. Su anterior director, Jorge Gómez Torres, está preso desde junio de 2021 por la fuga de un reo, “El Pirulí”.
Hace tres años, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) alertó que en el centro penitenciario privaba el autogobierno, una palabra que define el control de otros grupos por encima del Estado, y el hacinamiento.
El Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2019 verificó que en el penal de San Miguel había 3 mil 751 personas privadas de su libertad, a pesar de que las instalaciones sólo son capaces de albergar a 2 mil 39 personas, lo que representa una sobrepoblación del 84%.
En noviembre de 2019, la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de Puebla inició una serie de entrevistas a mujeres encarceladas en el penal de San Miguel, el más grande de todo el estado de Puebla, por una serie de notas periodísticas en las que se denunciaba que las reclusas eran obligadas a prostituirse.
Las 16 entrevistas que realizó el organismo —todas ellas incluidas en la recomendación 25/2020— no sólo comprobaron que sí se cometía prostitución en el penal, sino que además existían otras violaciones a los derechos humanos de las mujeres, como cobros ilegales y falta de atención médica para sus hijos.