Estudiantes foráneos narran las dificultades económicas y emocionales que han enfrentado ante la suspensión o cancelación del regreso a clases presenciales en las universidades de Puebla.
PALOMA FERNÁNDEZ | @PalomaPEN
La presencialidad en las universidades de Puebla es casi una realidad. Y mientras universidades públicas y privadas se debaten entre retornos escalonados, con modalidades híbridas o un retorno presencial total, la comunidad universitaria foránea queda en medio de sus hogares y sus instituciones.
“Los foráneos no podemos estar del tingo al tango, no podemos estar siempre especulando si sí vamos a regresar o si no. Porque si van a dar aviso de que vamos a regresar a clases presenciales, que se haga. Pero obviamente si se está viendo la evolución de la pandemia, se tiene que anticipar meses antes, no 2 o 3 semanas antes de que empiecen las clases”.
Lo dice Jaír Vázquez, estudiante acapulqueño que cursó su carrera de Relaciones Internacionales en la BUAP, y que a raíz de la pandemia por COVID-19 ya no pudo regresar a su universidad para terminar su carrera presencialmente, como los 57 mil 741 egresados en Puebla durante el ciclo 2020-2021, según la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES).
Y es que, aunque existe ilusión de regresar a las aulas, factores como una nueva oleada de contagios, la inflación económica que se dio en Puebla a finales de 2021, y la búsqueda de vivienda accesible, han generado el dilema en los estudiantes: permanecer otro semestre en línea o volver a la ciudad de Puebla.
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Estudiantes como Abril Medina, originaria de Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, han optado por establecerse de manera indefinida en Puebla. Principalmente porque en sus casasno es posible tener acceso a una buena conexión de internet o generar espacios adecuados para continuar sus clases a distancia.
“Creo que no todos tienen o tenemos los recursos. No todos pueden regresar tan fácilmente, o incluso habrá algunos que sí pero eso significa buscar de nuevo una casa, buscar cómo solventarse, tal vez con un trabajo, y todas estas cuestiones que creo que no se han contemplado del todo al mencionar un regreso a clases”, dice Abril, estudiante de Relaciones internacionales de BUAP.
O como Paola Núñez, estudiante de Comunicación en la Ibero Puebla, quien, por dificultades de traslado y dinero, no pudo llevar las cosas de su departamento en Puebla a Oaxaca, de donde es originaria.
Tuvo que padecer al menos un año y medio sin las facilidades un buen equipo de cómputo o de materiales de clase a los que tenía acceso únicamente en su universidad.
“Algún requerimiento para la universidad, como alguna memoria o algún micrófono, o algo que quizá me podía servir para alguna materia, no lo había traído. No lo tenía porque cada vez se fue extendiendo más el tiempo de cuarentena y eso también trajo problemas materiales. Por eso en cuanto a lo económico creo que ahí fue donde más nos pegó”.
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Paola comparte un departamento con Lizette Argáez, también estudiante de Comunicación la Ibero Puebla, y originaria de Villahermosa, Tabasco.
Entre las dos tuvieron que seguir pagando entre 5 mil y 6 mil 500 pesos para mantener su departamento todo el tiempo que estuvieron en sus respectivos estados de origen, para que no desalojaran sus cosas.
Estos precios se encuentran en el promedio del costo de la renta de vivienda para estudiantes según Maricela Rodríguez Pereyra, presidenta de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) sección Puebla.
En palabras de la presidenta, dos familias de estudiantes foráneos en Puebla pueden llegar a pagar, juntas, rentas entre 7 mil y 9 mil pesos por rentar un solo departamento para sus dos hijos o hijas.
En 2018, Puebla figuraba como el séptimo estado más caro para ser universitario en un estudio realizado por Dada Room –plataforma de alojamiento y vivienda compartida en México—, donde el costo promedio, incluyendo alojamiento, transporte público, comida y cervezas, era de 5 mil 162 pesos.
De una lista de 16 estados, los tres más caros eran la Ciudad de México, Monterrey y Hermosillo con precios de entre 6 mil 700 y 5 mil 800 pesos.
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Según un análisis de Marcos Gutiérrez Barrón, investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), se confirmó que la canasta básica ya rebasó el salario mínimo en diciembre de 2021, y seguirá aumentando hasta finales de este año, consecuencia del 4.5% inflación.
Algunos estudiantes como Cristina Herrera corrieron con la suerte de ser apoyados por sus caseros en algún momento de la pandemia, ya que su renta bajó de 2 mil 500 pesos a sólo 500 pesos. Ella renta un cuarto de estudiantes cercano a la Ciudad Universitaria BUAP, donde no logró terminar de manera presencial sus estudios en Relaciones Internacionales.
Y ese detalle suma otro factor al dilema del regreso a clases presencial entre los foráneos: su salud física y mental. Cristina es originaria de Tlacotalpan, Veracruz, pero desde que estaba en la preparatoria ha sido foránea. Del estado de Oaxaca se dirigió a Puebla para que, al final y a raíz del confinamiento, se viera obligada a retornar a su estado de origen.
“Al principio sí estaba muy ilusionada de regresar porque la vida universitaria es como una de las mejores cosas de la vida. Y porque me deprimí durante el tiempo que estuve aquí en mi casa, sí me pegó muchísimo (…) Entonces digamos que el regreso a clases para mí era como una ilusión que tenía, y que hacía que todo se viera mejor, era como mis ganas de seguir viviendo”, dice con ironía.
Estos cinco jóvenes coinciden en que la universidad en línea fue no sólo un reto académico, sino también un reto emocional y físico.
Lizette y Paola retornaron a clases presenciales en otoño de 2021, ya que la Ibero Puebla junto con la Universidad Anáhuac, Tec de Monterrey y la UPAEP, ya habían anunciado un retorno presencial híbrido a sus instalaciones.
Este cambio para ellas representó un gran alivio a nivel personal, académico y emocional. Pero, en cambio, el resto de estudiantes de la BUAP permanecen a la espera de que se cumpla el retorno escalonado que ha preparado la universidad pública en Puebla.