Frida Azul Cabildo Tlalpa, fotógrafa de 20 años, resultó ganadora del primer concurso “Voces y memorias: el movimiento feminista en el Estado de Puebla”. Esta es la historia detrás de su fotografía.
LULÚ FARRERA | @lulu_farrera
Para Frida Azul Cabildo Tlalpa, fotógrafa poblana de 20 años, la historia detrás de la fotografía que la llevó a ganar en el primer concurso de fotografía “Voces y memorias: el movimiento feminista en el Estado de Puebla”, representa, como en el título de su obra, un apapacho de sororidad que abraza a través del arte y de su propia mirada a cada una de las mujeres que se acompañan en la lucha.
“Empecé a construir a mi propia persona en esto. Me siento muy orgullosa de poder representarlas a través de mi trabajo y de saber que ellas también me representan a mí”, dice en entrevista con Manatí.
Con la organización a cargo de la Secretaría de Cultura y del Instituto Poblano de la Juventud, el concurso fue realizado con la finalidad de plasmar a través de la fotografía los momentos más memorables que pudieran observarse dentro de las manifestaciones feministas en el estado de Puebla.
“Conocí el concurso por un grupo de colegas periodistas que me enviaron la convocatoria y por la publicación que hizo de este el Colectivo de mujeres fotógrafas FotoFem Puebla. Yo tenía la idea de mostrar mi trabajo y, como tenía material documentado de la marcha del #8M del año pasado, decidí participar”, explica Frida.
Frida es fotógrafa autodidacta desde los 16 años. El retrato que la hizo ganadora del concurso lleva por título “Las lágrimas de Mamalhuaztli: un apapacho de sororidad”.
En la fotografía queda inmortalizado el abrazo que sucede entre Felipa Simón, “Mamalhuaztli”, artista plástica y defensora de los artistas nahuas, y Ave María, activista por los derechos de las mujeres.
La escena capturó el momento posterior a un discurso en el que, con lágrimas en los ojos y apoyada por un megáfono, Mamalhuaztli gritaba de hartazgo por la violencia contra las mujeres.
“El ambiente se conmovió, se estremeció. Algunas lloraban, otras la apoyaban y le decían que no se reprimiera y que gritara. Entonces llegó Ave María, la chica que está de espaldas en la foto, y la abrazó. Yo estaba en ese preciso instante y pude captar ese precioso abrazo lleno de sentimientos”, dijo Frida.
Con las manos pintadas de rojo, un rojo que redime a las mujeres cuya sangre ha sido derramada a causa de la violencia en México, Felipa expresa con su rostro y con su cuerpo una manifestación de ternura infinita que acobija del dolor.
“Lo viví a flor de piel, porque de igual manera como ella ha sentido y he luchado contra esto. Lo entiendo porque soy mujer y porque lo vivo día a día. Me siento muy orgullosa de poder representarlas a través de mi trabajo y de saber que ellas también me representan. Sé que están allá afuera gritando para hacer valer mi voz, defender mis derechos también sé que ellas son las que van a ayudar a mis padres si algún día yo no llego a parecer que ellas son las que me van a buscar”, concluye Frida.