Una estudiante relata cómo es un día en el plantón de la UDLAP que está presente desde el martes 1 de febrero, como protesta ante la intervención del gobierno de Puebla en un largo conflicto jurídico.
PALOMA FERNÁNDEZ | @PalomaPEN
Paulina Gómez Sandoval pasó la noche del martes 1 de febrero afuera del campus de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) en forma de protesta, en la que sería la primera velada de un plantón que lleva más de una semana en exigencia para que éste sea devuelto a las autoridades anteriores.
La actividad de los manifestantes comienza desde las 8:00 horas. Cuando los universitarios de todos los grados y carreras salan de las casas de campaña situadas en la Recta a Cholula y comienzan a organizar el desayuno.
Un café, un cuernito, fruta y agua son los alimentos que no faltan; todos fueron donados por padres de familia e integrantes de la comunidad de esta universidad.
Aunque el día esté nublado, toman clases bajo una carpa. Si quieren descansar, se solazan en una hamaca que han colgado sobre un árbol.
Te recomendamos: Nuevo patronato cede el control de la UDLAP a Cecilia Anaya
Paulina Gómez es consejera estudiantil de su universidad, la cual divide este órgano en tres poderes, como si se tratase de los Poderes del Estado.
Ella, desde el poder ejecutivo, el cual es la máxima representación del alumnado, buscó desde un inicio hacer valer la voz de sus compañeros y compañeras.
“Los estudiantes estamos muy, muy enojados. Jamás pensé que en una universidad de tanto prestigio como la UDLAP, una universidad privada, tuviéramos que estar luchando, y rogando casi casi, para regresar a nuestras aulas”, relató a Manatí.
Un reto, inició todo
Paulina recordó cómo se vieron obligados a protestar de esa forma, cuando la diputada panista Mónica Rodríguez Della Vecchia aceptó el reto de la diputada Nora Escamilla, presidenta de la Mesa Directiva del Congreso local, quien aseguró que el campus estaba abierto y que en cualquier momento podía comprobarse.
“Y efectivamente demostramos que la universidad no estaba abierta, y así como que salió el alma de los estudiantes. Nos volvió a caer el 20 de que nada más estaban abusando del poder, y fue que decidimos crear el plantón y hacer mucho más ruido de que todavía no tenemos nuestro campus”, rememoró Paulina.
En esa primera noche ella decidió quedarse en lo que era un campamento improvisado, con una sensación de que lo que pasaba era irreal.
“Fue impactante tener que estar con los compañeros y tener que dormir allá afuera y estar todos los días teniendo que ir a protestar y exigir”, mencionó la estudiante de octavo semestre en Negocios Internacionales.
El plantón de la UDLAP
Desde esa noche el plantón comenzó a tomar forma con las carpas, casas de campaña y baños portátiles que la comunidad estudiantil, actual y egresada, donaban con el fin de que la espera por sus instalaciones fuera segura y con la mayor organización posible.
Extrañan sus aulas, sí, pero ante su ausencia adaptaron toldos para que profesores también puedan dar clases de manera presencial.
La comida no escasea, ya que las familias de la comunidad universitaria también han puesto de su parte para que los víveres nunca les falten.
La comunidad que quiera asistir a este plantón es bienvenida, según dice Paulina. Sin importar que sean foráneos, locales, de primeros semestres o egresados,.
“Hemos hecho algunas actividades culturales que se hacían dentro del campus, por ejemplo, en el Día de Muertos hacemos un Tour de leyendas por todo el campus, y ahorita lo que hicieron fue contar algunas anécdotas de terror que vivieron en él”, dijo.
Aztecas a la deriva: sin clases, sin título y sin campus
“Me acuerdo de una pancarta que decía mi bata tiene más polvo que reactivo. Yo creo que uno cuando sale a la vida real, la vida laboral, les va a hacer falta toda esa experiencia de los laboratorios, o de estar presencialmente”.
Y es que momentos antes de haber sido tomada, la UDLAP había anunciado el retorno a las instalaciones para la toma de talleres presenciales. Eso, para ella y sus compañeros, representaba un gran alivio.
Paulina comentó que existen dos casos preocupantes para los alumnos: estudiantes que no han pisado la escuela desde que iniciaron su carrera a raíz del conflicto, y estudiantes que no pueden titularse porque sus documentos están resguardados en la universidad.
“Hubo un retraso con la titulación, porque los documentos estaban en el campus, y lo que tengo entendido es que les están dando un título virtual, pero necesitaban la firma”, apuntó.
Plantón, firme
Mientras se libra una batalla legal y mediática, los estudiantes están firmes con su protesta hasta que el campus vuelva a las manos del patronato original, encabezado por la familia Jenkins, afirman.
“Nosotros, estudiantes de la UDLAP no nos vamos a rendir. Todo esto que estamos haciendo no es para molestar a la comunidad poblana, lo hacemos porque queremos estudiar, porque ya llevamos mucho tiempo sin campus y es realmente injusto”, señaló Paulina.
Este viernes 11 de febrero, la comunidad universitaria ha agitado al plantón para formar una larga valla humana y evitar la supuesta entrega del campus que un juez local quiere realizar, con el propósito de que la comunidad estudiantil vuelva a clases, pero con un patronato nombrado por el gobierno del estado.