Estudiantes de una secundaria de Puebla terminaron en el hospital tras consumir brownies con marihuana; la respuesta de las autoridades debe ser más seria y sin estigmas.
CARLOS GALEANA | @CarlosGaleanaB
Hace algunos días se dio a conocer a través de redes sociales que al menos cinco alumnos de segundo de secundaria tuvieron que recibir atención médica tras haber consumido brownies con marihuana dentro del Centro Escolar Morelos.
En otras palabras: Les dio la pálida, pues.
Para sorpresa de nadie, las autoridades callaron durante varios días. Fue hasta el lunes 23 de mayo que el gobernador Miguel Barbosa se pronunció sobre el caso. Lo hizo, obvio, de forma estigmatizante.
“Los primeros que tienen que cuidar a los jóvenes son los papás, hay que volverlos hombres de bien, mujeres de bien, y no hacer como que no sabemos nada de su vida (…) después pasa algo, se meten en problemas, tienen relaciones peligrosas”, dijo durante su conferencia de prensa.
Después con un tono sarcástico añadió que luego hay personas quejándose “que el gobierno no cuida”.
¿Es preocupante que menores de edad estén consumiendo cannabis? Claro, eso no se niega, de hecho hay estudios de la Organización Mundial de la Salud que han expresado algunos efectos sociales y para la salud no tan favorables cuando sucede esto.
El problema —uno de tantos— es que en ese tipo de declaraciones las autoridades continúan mandando el mensaje de que toda persona que consume drogas se convierte en delincuente o en alguien improductivo, cuando no hay evidencia que demuestre sus dichos.
También es una forma de no querer ver que el consumo de drogas existe cada vez más en las juventudes y que sus acciones destinadas a prevenir las adicciones son un fracaso.
En 2020, la organización México Unido Contra la Delincuencia realizó una encuesta en diversos estados del país a jóvenes de 12 a 17 años en donde se da cuenta que “incluso cuando las y los jóvenes acceden a las drogas legales en una proporción considerablemente mayor a la de otras drogas aún ilegales como la marihuana, la sola prohibición y la desinformación provocada por su ilegalidad no previenen que un porcentaje importante la hayan consumido al menos una vez en la vida”.
En un artículo publicado en Nexos, resumen que la ilegalidad no es un factor efectivo para prevenir el consumo de drogas entre este sector de la población y reiteran que la “prohibición absoluta impide que existan mecanismos efectivos para controlar la calidad de las sustancias a las que acceden. Aunado a ello, el estigma de su consumo tiende a generar que las y los adolescentes no busquen la atención necesaria cuando la necesitan, tenga ésta la forma de servicios de reducción de daños o de tratamiento cuando el consumo se torna problemático”.
Sí, si tienes hijos la droga posiblemente les está llegando, y en muchas ocasiones puede ser más peligrosa por no comprobar de donde proviene.
Sí, hablar de drogas con estereotipos también está haciendo que quienes tengan un consumo realmente problemático prefieran guardar silencio antes que pedir ayuda.
Considero que es momento de que las autoridades estatales y municipales comiencen a quitarse sus prejuicios y apuesten por programas de reducción de riesgos y daños.
De hecho, a nivel internacional existe una campaña bajo el lema “Apoye, no castigue” en la que organizaciones exigen a los gobiernos reformar su política de drogas —que por cierto en México es un fracaso de acuerdo con este estudio que se realizó en diversos países—.
En fin, este es solo mi comentario, ¿tú qué piensas?
Por cierto, hace algunas semanas publicamos un reportaje en Manatí en donde documentamos que en Puebla miles de personas han sido detenidas por posesión simple de sustancias psicoactivas. En muchas ocasiones a los detenidos les sembraron la droga e incluso armas.
Los materiales publicados en la sección “Opinión” son responsabilidad del autor/a y no necesariamente reflejan la línea editorial de Manatí.
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