Hace cinco años, Lidia Florencio inició un camino y una lucha. La meta: exigir memoria y justicia por el asesinato de Diana, una de sus hijas. En esa travesía, no sólo la han acompañado sus otras dos hijas, Laura y Camila, sino otras mujeres con las que ha tejido redes colectivas contra la violencia machista en un territorio hostil para las mujeres: el Estado de México.