Las escritoras y docentes poblanas Tamara Blanca Castillo y Julieta Teresa Portillo son creadoras del proyecto Mujeres leyendo mujeres, que busca difundir y promover el trabajo de autoras en la literatura.
STAFF MANATÍ | @ManatiMX
¿Cuántos libros escritos por mujeres alberga en promedio una biblioteca personal? El auge de una nueva oleada de feminismos ha desenterrado ésta y otras preguntas que estuvieron pendientes durante mucho tiempo.
No sólo porque comprar o leer libros de mujeres parezca una decisión personal, sino porque la desigualdad de género en la literatura ha estado sustentada, más bien, en una cuestión estructural.
La Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM calculó que el 65.4% de los textos incluidos en los libros de texto gratuitos de la SEP del ciclo 2019-2020 fueron escritos por hombres, el 13.7% por mujeres y el 20.9% por autores anónimos.
Es decir que, a lo largo de los primeros años de vida, siempre se ha leído a más hombres que a mujeres. Sin embargo, en la actualidad hay grupos de autoras que están tratando de subvertir esta desigualdad.
Mujeres leyendo mujeres, por ejemplo, es un proyecto encabezado por las escritoras y docentes poblanas Tamara Blanca Castillo y Julieta Teresa Portillo, que busca difundir y promover el trabajo de las autoras.
No sólo divulgan la literatura, sino que también hacen una cartografía sobre los temas que se aborda en las obras. Sean nóveles o experimentadas, la literatura escrita por mujeres aborda lo mismo feminicidios que desapariciones, violencias, amores, sensaciones, ideologías, cuestiones del hogar y, en general, asuntos sobre la vida.
“En la literatura escrita por mujeres siempre ha habido pequeñas denuncias”, dice Tamara Blanca, “pero creo que es justamente entre nuestras contemporáneas, e incluso chicas mucho más jóvenes, donde hay una necesidad por contar esta realidad. Textos sobre trata de personas, feminicidios, desapariciones”.
El proyecto conformado por las autoras difunde estas obras a través de una cuenta de Instagram (@mujeres.leyendo.mujeres), pero también en intervenciones directas de círculos de lectura en vía pública y planteles educativos.
“Empezamos el proyecto en pandemia y rastreamos a algunas escritoras mujeres. Pensamos que, al igual que nosotras, debía haber muchas personas que no sabían exactamente por dónde entrar o dónde comenzar a buscar. Entonces comenzamos una primera dinámica por redes sociales, donde nos escribían y respondíamos con frases escritas por mujeres (…) Ahora hemos creado una red dentro del estado y de varios municipios”, agrega Julieta Portillo.
Ambas se conocieron mientras estudiaban una maestría en Literatura aplicada. Por una parte, Tamara Blanca se encontraba redactando una serie de crónicas sobre violencia de género en la Sierra Norte: testimonios de mujeres recabados a lo largo de una estadía que hizo en la región, a las que más tarde contactó para abundar en sus historias.
Julieta Teresa Portillo, en cambio, se encontraba escribiendo un poemario sobre feminicidios en Puebla. Versos escritos a partir de recortes hemerográficos, entrevistas con madres de víctimas y periodistas dedicadas a la cobertura de estos crímenes.
Cuando ambas compartieron sus proyectos, el clic fue casi inmediato.
“Cuando nos escuchamos fue muy emotivo. Empezamos a hablar más y se convirtió en una especie de acompañamiento, porque teníamos la intención de visibilizar estas cuestiones”, explica Portillo.
“Nos dimos cuenta de que estos trabajos nos estaban costando mucho emocionalmente, pero también cuánto estábamos batallando por encontrar bibliografía escrita por mujeres”, completa Blanca.
Desde entonces, el proyecto Mujeres leyendo a mujeres ha recorrido escuelas, redes sociales y ferias de libros. Con cada nueva lectura, dicen, puede formarse una nueva lectora de mujeres. No sólo se trata de encantar, sino de que las obras también incomoden a quienes no están acostumbrados a escuchar sobre violencias.
“El objetivo es visibilizar, sensibilizar, pero creo que también crear una nueva formación de públicos. Eso ha sido bien padre. Sobre todo la reacción de algunas chicas o chicos que se acercan a la plática y piden la lista de autoras, o nuevas recomendaciones. Y dices: ahí hay algo, una formación”, concluye Tamara Blanca.
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TAMARA BLANCA
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