“La falta de formación política conlleva riesgos significativos”, escribe Roberto Morán mientras reflexiona sobre el relevo generacional en los partidos políticos.
ROBERTO MORAN | @RobertMoranFlo
Desde que MORENA llegó al poder, muchos jóvenes políticos han adquirido un papel relevante en la esfera pública, ocupando diversos cargos en el sistema político nacional. En este sentido, muchos de ellos han abogado por un relevo generacional para que más jóvenes accedan a cargos públicos. Sin embargo, creo que hay varios aspectos a considerar antes de que esto ocurra.
En primer lugar, es crucial abordar la cuestión de la formación política. En México, cada vez es menos común encontrar escuelas de formación política que preparen a futuros líderes. En el pasado, el PRI logró implementar con éxito esta práctica, a través del Instituto Reyes Heroles. La formación política adecuada es fundamental para que aquellos que representen un proyecto de país conozcan y defiendan sus principios y valores. Un partido político es mucho más que un mero vehículo para participar en elecciones; es una institución que debe analizar, criticar y construir realidades.
La falta de formación política conlleva riesgos significativos. En ocasiones, nos encontramos con individuos que militan en un partido sin comprender realmente su proyecto. Esto puede llevar a bandazos ideológicos constantes cuando ocupan cargos de poder; por ejemplo, no es raro encontrar personas afiliadas a MORENA que defiendan las políticas del derechista Nayib Bukele, vean con buenos ojos a Trump, o estén en contra de los derechos de las mujeres.
Esto se relaciona con la coherencia. Siempre he creído que lo único valioso en un político es su coherencia; si tu representante cambia de ideas como cambia de ropa, entonces hay un grave problema, porque no hay manera de construir un proyecto a largo plazo. Esta característica se observa especialmente en México, donde es muy común que las personas que se dedican a este oficio cambien de partido constantemente buscando mantenerse en el poder, algo poco común en otros países donde se comprende que el ejercicio del poder desgasta tanto en lo público como en lo privado y no es conveniente mantenerse mucho tiempo en la primera línea de la política. Uno se pregunta cómo es posible defender un día un proyecto de izquierda y al día siguiente uno de derecha.
Al final, una persona formada en la defensa de los intereses colectivos, en particular de los más vulnerables, se sentirá más identificada con un líder del movimiento estudiantil del 68, aunque haya pasado mucho tiempo desde entonces, que con una persona joven probablemente de la misma edad que milita en MORENA solo porque es la fuerza política más importante en la actualidad, pero que cambiaría de partido si surge una opción contraria a la izquierda con más poder. El relevo no debe ser simplemente por que sí, debe estar respaldado por estudios y formación, porque el proyecto que defendemos en la izquierda no admite regateos ni titubeos.
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