En esta columna de opinión el autor aborda el tema de las campañas presidenciales; léela a continuación.
ROBERTO MORÁN | @RobertMoranFlo
Hace unos días, se publicó una encuesta en El Reforma que sorprendió a propios y extraños. Algunas personas medio desprevenidas no esperaban la ventaja que casi todas las encuestadoras le daban a Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez; otros no podían creer que su periódico de cabecera los “traicionara”. Lo que a mí realmente me sorprendió no fue esa pregunta, sino la siguiente:
“La encuesta de Grupo REFORMA indica que la ciudadanía preferiría que Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez presenten en campaña una agenda propia antes que otras propuestas o ataques al Presidente.
La mitad de los encuestados opina que Sheinbaum debe presentar su agenda por encima de apoyar las iniciativas que AMLO ha propuesto para su aprobación en el Congreso en el paquete que se conoce como Plan C.
Mientras que a Xóchitl Gálvez el 79 por ciento le pide que presente sus propias iniciativas en lugar de cuestionar al Presidente o a su candidata rival.”
Es vox populi que los mexicanos pedimos un mayor nivel en las campañas. La campaña negra que le hicieron a AMLO en 2006 sigue pesando mucho en el imaginario colectivo. Monsiváis advertía lo peligroso que era nombrar a un candidato como un “peligro” porque desde antes de conocerlo lo estás descalificando. ¿Cómo puedes debatir un proyecto de país con alguien a quien desde el inicio consideras peligroso? Si es peligroso, entonces también lo son sus seguidores, por lo tanto, también quedan descalificados en el debate público.
Aun así, con esos abrumadores números, la oposición sigue sin entender. Misteriosamente han aparecido spots políticos de alta producción atacando de manera baja y vil a la candidata de MORENA, o algunos TikToks atacando la vida personal de x o y candidato. La verdad es que a los votantes nos importa poco la vida personal de los políticos. Detrás de la puerta de su recámara, que hagan lo que les venga en gana. Si son o no infieles a sus esposas, que lo resuelvan en terapia; al debate, ese nivel de discusión no le suma nada.
Espero, quizás un tanto ingenuamente, que superemos esa simplicidad y podamos, al igual que en 2018, debatir proyectos de nación. No es estar en contra de la persona per se; el o la candidatx es hijx, hermanx, nietx, sobrinx, amigx. Es señalar lo que representan y poner en la palestra pública por qué lo que representa un proyecto es mejor que otro.
Ojalá veamos muchos debates sobre las diferentes agendas; ojalá se publiquen infografías o libros fáciles de entender, como en 2018 el famoso Pejenomics o NaturAMLO. Espero que volvamos a ver música y cultura y, sobre todo, mucho debate joven. Esperemos que estas campañas nos dejen a todos un sabor un poco mejor que las de ayer.
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