El 2 de octubre de cada año se conmemora el Día Internacional de la No Violencia, esto se desprende de la resolución A/RES/61/271 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas de 2007, en donde se decidió difundir el mensaje que Mahatma Gandhi y su filosofía de la no violencia.
El principio de la no violencia tiene como objetivo conseguir una cultura de paz, la tolerancia y la comprensión, además de que rechaza el uso de la fuerza para lograr un cambio social y político. Es importante mencionar que la no violencia no sólo se refiere al sentido literal de las palabras; sino que es una negación activa de ella, esto quiere decir, que se requiere que las personas nos involucremos en la construcción de sociedades más pacíficas a través de propuestas y participación.
El término de la no violencia está muy relacionado con la cultura de paz, que es definida por la Organización de las Naciones Unidas como un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida que se basan en el respeto a la vida, el fin de la violencia, la promoción de todos los derechos humanos, el compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, entre otras.
El año 2000 fue declarado por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas como el Año Internacional para una Cultura de Paz, y a partir de esta resolución se decide crear el Manifiesto 2000 para una cultura de paz y no violencia, el cual tenía como objetivo que nosotros asumamos nuestra responsabilidad para construir una cultura de paz y no violencia. Dentro de sus compromisos se encontraban los siguientes: Respetar la vida y la dignidad de cada persona; practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas; defender la libertad de expresión y la diversidad cultural privilegiando la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo ni al rechazo al prójimo; y el consumo responsable.
A partir de este acuerdo firmado por los estados miembros de la ONU y la sociedad civil, es que se empiezan a crear un mayor número de movimientos sociales. Por tal motivo, se establecen movimientos para aportar, cada uno desde su área, en la construcción de una cultura de paz. Así es como nacieron movimientos por la paz y el desarme, movimientos ecologistas, movimientos por los derechos humanos, movimientos por la democracia y movimientos por reconocer las libertades y derechos de la mujer, entre otros.
El tema de la violencia es otro al que se le debe prestar atención y que ella es definida por la misma ONU como el “uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o afectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.
Actualmente, hay muchas estadísticas para medir la violencia; de acuerdo con las cifras que emite el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la tasa de homicidios dolosos a nivel nacional en el 2018 fue de 27 por cada 100,000 habitantes y del total de las carpetas de investigación abiertas por ese delito el 69.4% fueron cometidos con armas de fuego.
Por otra parte, la violencia cometida con armas de fuego, homicidios y asaltos, se duplicó de 13.5 delitos por cada 100,000 habitantes en 2015 a 28.6 en el 2018. Referente al estado de Puebla, el homicidio doloso aumentó 2.8% de 2018 a 2019, tomando en cuenta los primeros ocho meses de cada año, además de que Puebla se encuentra en el lugar número nueve del Índice de Paz México.
A pesar de estas cifras, el Índice de Paz Positiva que elabora el Instituto para la Economía y la Paz, ubica a México en el lugar 62 de 163 países. Llegando a la conclusión que, aunque México tiene altos niveles de violencia es posible construir la paz, ya que tenemos indicadores positivos en las actitudes, las instituciones y las estructuras que crean y sostienen sociedades pacíficas.
Sin duda, el papel de la sociedad civil y de los movimientos sociales son fundamentales para construir sociedades más pacíficas y una cultura de paz. Es importante rechazar la violencia de manera activa y además proponer, contribuir y participar en la disminución de ellas a través del diálogo, el respeto, la aceptación, la comprensión y la compasión.
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