Por Renata Bermúdez / @Renbyh
Hace unos meses, cuando TV Azteca anunciaba el “remake” de su telenovela Nada Personal de 1996, lo hizo con el slogan: “no es la misma historia, sólo es el mismo país” y ésta fue la frase que me acompañó en la mente durante mi recorrido en la exposición temporal que se aloja en la galería de arte del Palacio Municipal de Puebla: Tina Modotti. Porque el fuego no muere.
Modotti, la mujer que fue extranjera en su propio país, migrante del mundo, precursora del fotoperiodismo, modelo de desnudos en los años 20, enamorada apasionadamente de Julio Antonio Mella, cubano, periodista revolucionario y comunista, como ella. La mujer que rompió con los paradigmas de su tiempo, viviendo al máximo su femineidad, su libertad, su vida intelectual, codeándose con artistas como Rivera, Alfaro Siqueiros y la propia Kahlo y retratándolos. Una figura controversial, pero que le dio a México, los mejores años de su vida creativa.
La galería de primera, muestra las imágenes que ella tomó en Oaxaca, específicamente en Juchitán, las mujeres amamantando, con sus jícaras en la cabeza, niños afuera de sus chozas, campesinos con las manos llenas de arcilla descansando sobre una pala. Imágenes de un país que comienza a consolidar el capitalismo moderno y que impacta de lleno en las actividades económicas de un país acostumbrado a la agricultura.
A Modotti, le tocó el México de Calles, donde el obrero tenía su revista CROM, con lo último de la moda para mujer y caballero, ropas de seda e importadas de París, cuando el salario mínimo no rebasaba los $4 diarios y los lujosos artículos anunciados como los casimires ingleses costaban hasta $85 y el kilo de frijol estaba en 6 centavos y la carne en 52.
Y ése sigue siendo el mismo México de los años 30, pero en el nuevo milenio: el indigenismo arraigado, pero también sinónimo de desigualdad, el obrero que gana el salario mínimo de $80.04, que con la comunicación y la tecnología hoy no tiene una revista, pero sí los comerciales de tarjetas de crédito en tiendas departamentales, de ofertas en el Buen Fin, de planes telefónicos ilimitados para redes sociales desde $200, con comerciales de smartphones y aplicaciones millenials.
Hoy a estas personas no se les retrata con una cámara Graflex 31/4 sino con un Iphone, no se les revela, sino que se suben a Instagram, y se siguen sentando frente a los grandes consorcios internacionales, siguen vistiendo con sus ropas típicas con la jícara en las cabezas y siguen usando las palas. Conoce el México de ayer, que sigue siendo el México de hoy a través de una italiana más que mexicana, más que comunista, más que exótica, la mujer que amó a Julio, a México, a sus tradiciones y a sus ideas.