Facebook: La Paradoja Cultural

facebook paradoja cultural

La comunicación sigue marcando la paradoja cultural que se desprende de Facebook y lo que comenzó como una promesa de apertura y conexión, se convirtió en un espacio donde la privacidad y el control de la información son cuestiones cada vez más complejas.

RICARDO HERNÁNDEZ

Era el año 2003, en los televisores del mundo aparecía Coldplay con su canción Clocks donde cantaban Closing walls and ticking clocks; que representaba el objetivo de una generación: resignificar las paredes y repensar el tiempo. Paralelo a esto, Manuel Castells aquel teórico de la comunicación, planteaba que la red distribuida de Internet ofrecía a los movimientos sociales una escalabilidad y difusión como nunca antes, y en ese mismo año, en una habitación universitaria, Mark Zuckerberg estaba finalizando Facebook, que se convertiría en una de las plataformas más influyentes de los años venideros y que revolucionaría la idea de un sitio social a partir de la creación de un muro personalizado y un sentido de tiempo único.

A diferencia de otras redes sociodigitales de la época, Facebook puso al centro la palabra compartir: emociones, recuerdos, ideas de cambio. No solo eso, permitió saber si las personas estaban de acuerdo o mejor aún, si les gustaba lo que veían mediante el botón “Me gusta”.

En sus inicios, la plataforma era un espacio sin publicidad ni contenidos invasivos. Lo que convenció a millones de usuarios a conectarse por medio de su arquitectura de la información donde la interacción era por medio de juegos, eventos y actualizaciones visibles para todos, lo que generaba una sensación de transparencia.

Facebook tenía un objetivo en aquella época, según palabras de Sheryl Sanberg directora operativa del sitio hasta el 2022: hacer del mundo un lugar más abierto y así detonar la empatía. Para esto era necesario que las personas compartieran todo. Por voluntad consciente -lo que escribían en sus muros- y por defecto, porque previamente habían aceptado reglas del juego para poder entrar.

Esto José Van Dijk teórica holandesa de la comunicación lo llamó ambigüedad. Pues compartir era entendido como renunciar de manera no evidente a la privacidad y por consiguiente al control de nuestra información. Porque un elemento es lo que se escribe y el otro la serie de datos que los usuarios dejan de manera inconsciente por medio de su interacción cotidiana.

Pero ¿es que tienes algo que ocultar? Era la pregunta que replicaba a la resistencia de una generación que estaba acostumbrada a sitios donde el seudónimo era más importante que el nombre real. No obstante, la búsqueda de likes y con esto la noción de reconocimiento convenció a las personas de mostrar su rostro en la foto de perfil, en dar su nombre legal a un sitio global cuyos servidores estaban lejos a su país de origen, y entender como amigos a personas con quien rara vez hablaban o compartían algo, pero se enteraban a partir de las fotos y actualizaciones el cómo seguían. Resignificando el concepto de comunidad.

Eli Pariser en el libro “El filtro burbuja” mencionó que para que una cámara de eco impacte, necesita saber quién será el usuario para etiquetarlo según sus gustos y para esto es indispensable que las personas se quiten el anonimato, para así aceptar que la navegación en internet implicaba dejar datos que dibujarían posteriormente su identidad digital. Facebook permitió esto e influyó culturalmente a las demás plataformas que ya sea por modelo de negocio o por admiración implementaron similares acuerdos de privacidad por defecto y una comunicación unilateral, si tu cuenta es tu sitio, pero para estar debes aceptar las reglas que te dan y los cambios que consideren.

En 2025, es útil revisar los primeros años de la década del 2000, pues permiten anticipar tendencias. Meta Platforms, Inc., ahora con más de 20 años de trayectoria, ha sido un referente en la evolución de las plataformas digitales. Los recientes cambios en sus políticas de moderación de contenidos pueden influir en la forma en que se comunican ideas y causas sociales. Esto puede fortalecer el diálogo constructivo o, por el contrario, abrir espacio a discursos de odio y desinformación.

Hoy, como siempre, la comunicación sigue marcando la paradoja cultural que se desprende de Facebook y lo que comenzó como una promesa de apertura y conexión, se convirtió en un espacio donde la privacidad y el control de la información son cuestiones cada vez más complejas.

A medida que las plataformas evolucionan, el desafío no es solo adaptarse a sus cambios, sino reflexionar sobre qué tipo de comunicación y comunidad queremos construir en el futuro.

Sobre el autor
Estratega de la comunicación digital, apasionado del discurso sonoro, y profesor transmedia. Busca ante todo compartir significados a partir de proyectos interdisciplinarios que promuevan un sentido crítico y favorezcan la construcción de un mundo más empático.  Actualmente es profesor de tiempo completo de la Escuela de comunicación de la Universidad Anáhuac Puebla donde coordina académicamente la maestría en Comunicación digital e hipermedia y la oferta de extensión universitaria referente a Marketing sociodigital, comercio electrónico y posicionamiento digital.

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