La cruda moral de esa vez me sigue pegando hasta ahora, que pude haberla defendido y por el contrario me uní a ellos con mi silencio. Me da tanta vergüenza pensar en eso, me siento tan decepcionada de mí. Quisiera verla y pedirle perdón por no hacer respetar su dignidad, esa que se merece no solo por ser mujer, si no por ser humano. De todos, la más weona fui yo. Me arrepiento tanto.
En lugar de buscar una igualdad de género parece que lo que realmente provoca es hacernos ver tan débiles realmente que necesitemos de estos paliativos para ser “respetadas”.
Mujeres y varones no somos competencia, somos complementarios, tratemos de mirarnos con el mismo espejo, observando nuestras diferencias, pero sobre todo aquello que nos une y que en primera instancia es el ser humano, ser racional, emocional, social, político, tenemos una misma dignidad y es lo que permite nuestra sobrevivencia.