Ahí todo era diferente, incluso ella cambió, la noté más abierta, más contenta y efusiva. Como si el aire y el sol le hicieran bien. Sus movimientos lo decían todo.
Es la simpleza la que nos permite darnos cuenta que las cosas que suceden en nuestro mundo son capaces de ser entendidas hasta por el más pequeño, y que incluso la mayoría de las veces, son los niños quienes hacen las mejores reflexiones.