La Orquesta Filarmónica de Puebla (ORFIP) es integrada por 60 músicos de distintos oficios y profesiones que ofrecieron su primer concierto en julio de 2019.
LUIS SORIANO | @LuisSorianortz
El caos reinaba al aula habitada por músicos y sillas grises. En el aire había una extraña convivencia entre los instrumentos en busca de ser afinados y las voces de aquellos que los afinarían. Por un lado, en la sección de cuerdas se acariciaban arcos. Y, por otro lado, músicos de todos los caminos de la vida rompían en conversación y compañerismo.
En ese momento una figura caminaba al centro y el silencio comenzaba a asentarse entre los músicos de la recién formada filarmónica. Era Eduardo Carlos Juárez, un violinista experimentado de la Orquesta Filarmónica de Xalapa y, a partir de ese instante, el nuevo director artístico de la Orquesta Filarmónica de Puebla (ORFIP), integrada por 60 músicos.
Tras una bienvenida y un par de indicaciones, el director estableció una regla fundamental para el funcionamiento de la orquesta: “La primera regla es que todos somos iguales, es decir, hay roles, habrá algunos principales, pero todos somos iguales, todos tenemos la misma libertad de opinión.”
Después, un estallido musical llenó la sala, y el cuarto movimiento de la quinta de Beethoven sumergió los oídos de los participantes de aquel proyecto recién nacido.
Así es como recuerdan el primer ensayo de la ORFIP, realizado el 24 de julio de 2019, los músicos Antonio Centeno, violinista y director ejecutivo de la orquesta, y Norma Lima, flautista y directora operativa. La orquesta es un proyecto que, a casi dos años de su fundación, ha llenado de música, compañerismo y respeto a las calles poblanas.
Tres días más tarde, la orquesta realizó su primer concierto en la Casa de Cultura del estado de Puebla, ante un público en el que se encontraban amigos, familiares y oyentes.
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La filarmónica se ha convertido en una casa en donde el sonido se comparte en la comunidad, dejando a los trajes elegantes y a los moños en donde pertenecen: las caricaturas.
Antes de ese primer ensayo, Antonio Centeno solicitó a Eduardo Carlos Juárez realizar una masterclass, a través de redes sociales, sin saber que dicha invitación no solo resultaría en una clase gratuita, sino en la invitación de músicos de la Orquesta Ollín a participar en la fundación de la ORFIP.
“Es una persona que te inspira mucha, demasiada confianza”, dijo Norma en una entrevista cedida a Manatí. Desde los inicios de la Filarmónica, la figura de Eduardo se convirtió en un mentor, un compañero, un amigo y un confidente para una orquesta inusual poblada por mercadólogos, psicólogos, músicos profesionales y estudiantes.
A todos, sin embargo, los cruza algo: la música y el éxtasis de interpretar frente a una audiencia.
No obstante, dicho espacio no sería posible si Eduardo, Antonio y Norma no se rascaran la cabeza con unos cuatro meses de anticipación, para determinar los espacios indicados para la realización de conciertos, las piezas indicadas para ser interpretadas e incluso un horario y fechas que se ajusten a las vidas laborales y estudiantiles de los miembros de la orquesta de encuentro.
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La filarmónica, una hermana menor de la Orquesta Filarmónica de Xalapa, empezó entonces a cobrar vida y personalidad, dando paso al concurso de compositores y solistas locales donde debutaron obras acerca de la historia poblana, sus volcanes y su ancestralidad indígena, así como las carreras de solistas talentosos que tocaron frente a una audiencia por primera vez.
Para participar en la orquesta no se necesita ser elegido en un concurso. Eduardo sostiene que “la orquesta está abierta a cualquiera que quiera hacer música”. De tal forma que tres veces al año la filarmónica realiza un llamado, o, en palabras de Antonio, “una Batiseñal” a los músicos poblanos.
A través de redes sociales y grupos de WhatsApp, los músicos contestan a ese llamado y se presentan a un espacio diseñado a la medida, donde se procura que ningún interprete sea dejado atrás.
Algunos instrumentistas, con aparatos de gran tamaño y complicación, son ayudados por sus camaradas y su director para poder pagar el transporte al ensayo. Mientras que otros, como fue el caso de un violista, son apoyados para encontrar remplazos temporales a instrumentos accidentados.
Sin embargo, no se debe ser virtuoso en la música para apoyar a la filarmónica, pues uno de los objetivos principales de la orquesta, según Norma, es que “la música que hace la ORFIP sea cercana a los poblanos”.
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En la actualidad, las operaciones de la orquesta se han visto cara a cara con la pandemia, pues de un elenco de 60 interpretes han tenido realizar conciertos con 20 integrantes, dividiéndolos entre secciones de cuerdas y de banda.
Pero la ORFIP no deja a ningún músico atrás, esperando con ansias el regreso de un grupo completo en la post pandemia.
A futuro, los directores de la orquesta no pueden hacer más que planear un año nuevo para la orquesta, lleno de concursos, en donde planean debutar hasta seis solistas en 2021; más concierto, en temporadas vacacionales, y aún más música en las calles de Puebla.