La franja oeste de desapariciones

02. La franja oeste de desapariciones BIEN

De enero de 2012 a mayo de 2020, en Huejotzingo y San Martín Texmelucan se reportaron 290 desapariciones de personas. Hasta ese momento, casi el 34 por ciento no fue localizada. El robo de hidrocarburos y los enfrentamientos entre bandas criminales han sido constantes en la zona

CARLOS GALEANA | @CarlosGaleanaB

Karina García Hernández salió de su casa por última vez el 27 de agosto del 2016.  Martina Hernández, su madre, recuerda el momento. Era sábado y la tarde estaba nublada, cuando ella avanzaba, no dejaba de mirarla.

“No sabía que ya no la iba a volver a ver, llevaba su pelo suelto”, dice la señora Hernández mientras respira profundamente para evitar que sus recuerdos sean arropados por el llanto. 

Kari, como le llaman sus familiares, tenía 22 años. Casi no le gustaba ir a fiestas; las pocas veces que lo hacía siempre avisaba dónde estaba y con quién. Nunca faltó a casa a dormir. Prefería quedarse en su cuarto escribiendo en su diario o viendo películas mientras sus tres gatos la acompañaban en la cama. Aquel espacio de paredes de color rosa, adornadas con autorretratos y un pequeño poster de su caricatura favorita, Naruto, sigue siendo resguardado por su madre para que vuelva a ser habitado cuando regrese.

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De enero de 2012 a mayo de 2020, en Huejotzingo y San Martín Texmelucan se reportaron 290 desapariciones de personas. Hasta ese momento, casi el 34 por ciento no fue localizada, entre ellas Karina Hernández.

Ese día quedó de verse con su amiga Josan en la junta auxiliar de San Lucas Atoyatenco, en San Martín Texmelucan, a unos 20 minutos de San Gregorio Aztotoacan en San Salvador El Verde, donde tiene su domicilio. 

Aunque no acordó una hora exacta para volver, en casa sabían que era preferible llegar antes de las 11 de la noche para no tener problemas en conseguir transporte. Martina, su mamá, decidió llamarle desde las 9. Nunca obtuvo respuesta. En ese momento su cabeza comenzó a ser bombardeada por decenas de pensamientos. 

—¿Se le haría fácil irse? ¿La convencieron? ¿Se fue con unos compañeros? Se me venían miles de cosas.

Y es que en un estado donde, de acuerdo con el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia del Estado de Puebla, en un año llegan a desaparecer 166 mujeres, y sólo el 30 por ciento puede tener la suerte de reencontrarse con sus seres queridos, es casi imposible que la mente de una madre pueda estar tranquila cuando deja de ver por algunos minutos a su hija. 

El tiempo avanzaba, no tener contacto con Kari la mantenía agobiada. Entonces le pidió a uno de sus hijos que le mandara un mensaje a Karina. A él no le quedó más remedio que seguir las instrucciones para tratar de tranquilizar a su madre. 

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La señora Martina lleva casi cinco años buscando a su hija Karina, quien fue vista por última vez en el municipio de Texmelucan y hasta el día de hoy se encuentra desaparecida.

Lalo, le contó a su hermana que su mamá estaba muy preocupada y le pidió su ubicación. La respuesta de Karina fue “ya vamos saliendo”.  A los pocos segundos agregó que estaba con los amigos que había conocido en el viaje que hizo a Six Flags semanas atrás. 

Pasó la noche y Karina no llegó. Nunca pudieron volver a contactarla. Horas más tarde Martina se comunicó con Josan, la amiga con la que iba a estar ese día y quien le dijo que solo la había visto unos minutos cuando entró a la tienda en la que despachaba a meter una recarga. 

A Martina no le quedó más remedio que esperar a que saliera el sol y dirigirse a la farmacia donde Karina trabajaba; sin embargo ahí también se preguntaban las razones de su ausencia pues era su primera semana en ese lugar. Antes había laborado durante dos años en un supermercado donde jamás tuvo problemas.

La angustia era cada vez más intensa, la familia García Hernández comenzó a preguntar entre los vecinos si alguien tenía alguna pista de su hija pero nadie sabía nada. No obstante, varios de ellos les dijeron que fuera a denunciar.

Casi 12 horas después, Ignacio, esposo de Martina, se dirigió al Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C5), en Cuautlancingo, para reportar el caso pero le dijeron una mentira: que no se podía hacer nada porque no habían pasado 72 horas. Tuvieron que transcurrir casi tres días más para que le tomaran la declaración.

Ante los obstáculos que se encontró por parte de las autoridades prefirió salirse de ahí e ir para Atoyatenco debido a que Martina había comenzado con su investigación. Estaba recorriendo el pueblo con fotografías de su hija recién impresas en un cibercafé y el retrato de su exnovio, ya que se había enterado que los habían visto juntos en ese lugar. 

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Era la primera vez que Martina visitaba aquella junta auxiliar. Tras preguntar a varias personas dio con la casa de Joel, el ex novio de Karina, pero le dijeron que no estaba. Luego de una larga espera decidió pedir ayuda a policías locales, quienes accedieron y descubrieron que la persona que buscaba se encontraba en la vivienda que le habían señalado.

Pero Joel no estaba solo.

—Nos recibieron con abogados.

Él no paraba de temblar y sin pensarlo demasiado confesó que sí había estado con Karina pero que “la dejó” con Ángel, uno de sus amigos que vivía a unos metros. 

Enseguida fueron a buscarlo pero nadie salió. Testimonios recabados por la familia sostienen que lo vieron salir con cajas en un carro gris y entre sus acompañantes había una joven con las características de Karina: Cabello castaño, largo, tez morena clara, y de 1.50 a 1.60 metros de estatura.

No es el único caso

El caso de Karina García no es el único que se ha registrado en el municipio de San Martín Texmelucan. Tan solo del 1 de enero del 2012 al 31 de mayo del 2020, la Fiscalía General del Estado (FGE) recibió el reporte de 190 personas no localizadas. En el 2016, año en el que Karina desapareció, se abrieron 19 carpetas de investigación; siete de estas, en su mayoría relacionadas a mujeres de 3 a 26 años, no fueron resueltas.

San Martín Texmelucan está a 38 kilómetros de la capital del estado y cuenta con poco más de 150 mil habitantes, de acuerdo con el INEGI. Cuando uno camina por sus banquetas es inevitable no prestar atención a las decenas de comerciantes que inundan sus calles. No por nada también es conocido por tener uno de los tianguis más grandes del continente, recinto que de acuerdo con algunos medios de comunicación cada año recibe menos visitas debido al clima de violencia que impera dentro y fuera de las instalaciones: asaltos, extorsiones y riñas que acaban en balazos. Además, desde hace varios años Texmelucan se ha colocado en las primeras planas de la prensa local y nacional por liderar el robo de hidrocarburos en el país.

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Uno de los casos más recientes sucedió el 1 de julio del 2020, día en el que se detectó un túnel de 180 metros del que se extraían 3 mil barriles de gas LP. 

En su último reporte, el Instituto para la Gestión, Administración y Vinculación Municipal (IGAVIM) indicó que de enero a diciembre del año pasado en esta demarcación se registraron 488 tomas clandestinas de gas LP, es decir una cada 18 horas 

Datos recopilados por Gobierno Fácil señalan que en Texmelucan el robo a los ductos de Pemex ha ido a la alza. 

“En San Martín Texmelucan hubo un crecimiento de 27,600 por ciento en tomas clandestinas para el robo de combustible entre 2012 (3) y 2018 (828). San Martín Texmelucan es desde el 2017 el municipio con el mayor número de tomas clandestinas en el estado de Puebla, con un aumento del 404 por ciento entre 2016 y 2017, y de 273 por ciento entre 2017 y 2018”, indica Gobierno Fácil en su última actualización.

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Por otra parte, el reportero Pedro Alonso, quien se encarga de dar cobertura a hechos que ocurren en esta zona, señaló en una entrevista para LADO B que debido a los enfrentamiento entre las bandas de Oscar N. “El Loco Téllez” y Ángel N. “El Pelón”, otros delitos como los secuestros y homicidios tuvieron un incremento en la región.

Tras varias pugnas por dominar el territorio, en marzo del 2019 diversos medios de comunicación dieron a conocer el hallazgo de cuatro personas ejecutadas en Clavijero, una colonia de la ciudad de Puebla. Entre ellos estaba “El Pelón”.

Desde ese momento la tasa de homicidios fue disminuyendo. El IGAVIM señala que de enero a marzo de ese año (2019) se registraron 14.5 homicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que para el segundo trimestre la cifra fue de 8.84 casos. La tendencia continuó a la baja: durante los siguientes tres meses se reportaron 6.32 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Más de un año después, “El Loco Téllez” fue detenido, y aunque algunos delitos comenzaron a decrecer, hasta septiembre del 2020 Texmelucan tenía la segunda tasa de homicidios dolosos más alta del estado. 

La situación se repite en municipios aledaños

A 27.5 km de San Martín Texmelucan las cosas son similares. En Huejotzingo, municipio que se ubica a 43 minutos de Puebla capital y por el que también cruzan ductos de Pemex, hay casos de personas desaparecidas que se mantienen impunes. Al analizar las cifras oficiales con las que cuenta la FGE, se puede constatar que del 2012 a mayo del 2020 se abrieron 100 carpetas de investigación (CDI) por este delito. De las 23 que se registran en 2019, se desconoce el paradero de una mujer y de siete hombres. Entre ellos se encuentra Jorge Ramírez Hernández, quien fue visto por última vez el 27 de junio del 2019 en Santa Ana Xalmimilulco.

Cuando a Don Eladio Ramírez, un hombre de carácter fuerte y hermético, se le pide describir a su hijo, en su rostro aparece una ligera sonrisa. Lo recuerda como un joven de 33 años al que le gusta el fútbol. Eladio podría pasar horas hablando de sus hazañas pamboleras: Cuando ganó un campeonato, cuando metió el gol de la victoria en un torneo, cuando su equipo fue descalificado por participar en una trifulca.  

Desapariciones en Huejotzingo: Jorge Ramírez Hernández fue visto por última vez el 27 de junio del 2019 en Santa Ana Xalmimilulco.

También es inquieto y trabajador. Solo estudió hasta la secundaria, fue vocalista durante tres o cuatro años de una banda del género tropical llamada “Los Chicos Soñadores” y estuvo cinco años laborando como obrero. Además, es padre de dos niñas y un niño.

Tras quedarse sin empleo, Jorge encontró refugio y algo de estabilidad económica en la compra-venta de chatarra. La primera camioneta que utilizó para realizar esta actividad la adquirió con su liquidación. Poco a poco, el negocio fue creciendo al punto que decidió cambiar su vehículo por uno en mejores condiciones y rentar un local en Santa Ana Xalmimilulco —población perteneciente a Huejotzingo y que se encuentra a 20 minutos de San Francisco Ocotlán, junta auxiliar de Coronango, en donde tiene una casa—.

Iba y venía. Todo parecía normal en la rutina acostumbrada. Pero entre enero y febrero del año de su desaparición, en 2019, Eladio y Juliana Hernández, madre de Jorge, comenzaron a notar algunos cambios.

El negocio no prosperaba. Jorge comenzó a dejar de tener dinero, decía que la chatarra no estaba dejando tanto como antes. De los tres chalanes que tenía, entre ellos su suegro, sólo pudo mantener a uno. Eladio, al enterarse que su “compadre” —como le llama a su consuegro— estaba entre los despedidos le reclamó por esa decisión al grado de mandarlo a la chingada.

Al pasar los días volvieron a platicar. 

—Me van a dar una lanita, si quieres te apoyo para que crezca tu negocio.

—¿Ya la tienes? 

—No.

—Pues cuando la tengas háblame.

Jorge no confiaba en las palabras de su padre porque en diversas ocasiones le había prometido que si ganaba cierto candidato en las elecciones su familia recibiría una casa. Cada proceso electoral se resumía en lo mismo: Promesas que nunca se cumplían. 

—Ya lo tengo. 

—¿Cuánto tienes?

—¿Cuánto quieres? No me dieron mucho, solo son 50 mil pesos y yo también voy a necesitar. Dispongo 30 mil pesos para ti.

—Órale. Mira pá, voy a comprar unos metales y tú vas a ganar de ahí. Vas a ir ganando.

—Sale.

La conversación sucedió en febrero del 2019. El dinero se otorgó como habían acordado pero en los tres meses siguientes la ganancia nunca llegó. 

Eladio se quedó sin dinero y en un momento de desesperación tuvo que pedirle a Jorge mil pesos. “No tengo”, le respondió de forma distante. Semanas después su hijo hizo todo lo posible para evadirlo. Juliana coincide con esa percepción.

—Notamos que se volvió muy frío cuando él era una persona, pues, muy… platicada. Pero esas semanas yo lo vi muy frío, le quería decir por qué ya no quieres llegar a la casa, qué te pasa. Pero se me pasó, ya no le dije. 

La oportunidad para cuestionarlo nunca llegó. El 27 de junio de ese mismo año, como a las 4 o 5 de la tarde, su esposo recibió una llamada mientras se encontraba en una casa de empeño. Era su consuegro, aquel al que siempre llama compadre. 

—Urge tu presencia.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—Algo horrible ya pasó. 

—¿Qué?

—A Jorge lo acaban de levantar en su negocio.

Levantar, una palabra que en los últimos 15 años se ha ido adoptando en el vocabulario mexicano para describir que una persona fue llevada —casi siempre con violencia— a un rumbo desconocido por una banda criminal.

El consuegro fue avisado del suceso por una persona con la que Jorge compartía parte del local. Una mujer que se dedicaba a la comercialización de productos de belleza y quién narró a la familia Ramírez Hernández lo que vio. Ellos recuerdan algunas de sus palabras.

—Nos dijo: “pensábamos que querían robar. Llegaron en una camioneta verde militar, no me fijé en las placas, llegaron con armas largas, encapuchados. Me metieron al baño, me arrinconaron, me quitaron el celular”.

Al imaginar que se trataba de un asalto ofrecieron sus pertenencias: Las llaves de la camioneta y dinero en efectivo. La respuesta de los sujetos fue dura.

—Ni madres, te queremos a ti, cabrón. No queremos nada, te queremos a ti. Y usted vieja, si habla o dice algo venimos y la matamos, porque somos del cártel.

Hasta este momento Eladio y Juliana se preguntan por el nombre del cártel. Cuestionan quién se llevó a su hijo. No tienen certeza. Desde que decidieron denunciar han encontrado más trabas que pistas. 

Primero decidieron avisar a las autoridades de Xalmimilulco. Después tuvieron que trasladarse a la Dirección General de Delitos de Alto Impacto, en San Andrés Cholula. Llegaron como a las 8 de la noche. La esposa de Jorge fue quien entró a las instalaciones pero luego de casi cinco horas “sólo pudo levantar un pequeño reporte”. El hecho fue catalogado como desaparición a pesar de que la familia señalaba que era un secuestro. No lograron que fuera así porque nadie les pidió rescate. 

Esta situación los obligó a moverse hacia la Fiscalía General del Estado —ubicada en la capital de la entidad— pero dos o tres días después de señalar ahí lo sucedido les notificaron que tenían que dirigirse al Ministerio Público de la 10 poniente —también la ciudad de Puebla—. 

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Ficha de búsqueda de Jorge Ramírez Hernández.

Más que cansado, Eladio se escucha decepcionado. Asegura que empezó a ver un ligero interés de las autoridades por el caso de su hijo como 15 días después de que desapareciera. 

—Hasta ahorita no sabemos nada. Estamos en la Comisión de Búsqueda, ya tienen un montón de papeles pero nada de resultados. 

Lo único de lo que tienen certeza es que se han enviado oficios a todo el país para rastrearlo en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo) o en cualquier otro lugar.

—Pienso que nos están dando atole con el dedo… Yo a veces los entiendo, no acaban uno y llega otro. Y caso sobre caso. Ahorita estoy viendo en las redes sociales que siguen desapareciendo, sigue desapareciendo gente. 

***

De acuerdo con el análisis elaborado por LADO B con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SENSP), en Huejotzingo la incidencia delictiva incrementó 51.2 por ciento entre 2016 y 2019. 

El año en el que Jorge Ramírez desapareció se registró la cifra más alta en aperturas de CDI: mil 207, es decir, 3.3 delitos denunciados al día. El homicidio doloso, robo a vehículo, robo con violencia, y secuestro, son algunos de los que tuvieron mayor repunte. 2019 también fue el año en el que Huejotzingo se posicionó como el décimo municipio del estado con más personas no localizadas, sostiene el mismo análisis.

En cuanto a tomas clandestinas para el robo de combustible, datos de Petróleos Mexicanos (Pemex) recabados por Gobierno Fácil indican que desde 2012 al 2019 se contabilizaron 246, siendo 2018, con 125 casos, el año más elevado y 2016, con uno, el que presentó menor incidencia.

A menos de 15 minutos de la cabecera municipal se encuentra Santa Ana Xalmimilulco, lugar donde cinco días antes de que a Jorge se le viera por última vez desapareció Fátima Hernández, de 13 años. Y seis meses antes de estos sucesos, también fue el sitio donde le perdieron el rastro a Ismael Flores, de 27 años.

Durante el primer trimestre del 2020, el nombre de esta población comenzó a sonar en noticiarios locales, nacionales e internacionales con mayor alcance. Fue en esta población donde el 24 de febrero se localizaron los cuerpos de cuatro jóvenes asesinados: Ximena Quijano, José Parada, Francisco Tirado y José Vital, tres estudiantes de medicina —dos de ellos se encontraban de intercambio en universidades de Puebla— y un conductor que brindaba servicio de Uber. 

Este hecho desencadenó un hecho histórico en el estado: La movilización universitaria más grande que se haya registrado en los últimos años.

Volverán

Las familias de Karina y Jorge están cansadas pero no dejan de buscar.  Sus madres dicen que hay noches en las que encuentran a sus hijos entre sus sueños. “Es el instinto”, reiteran. 

Conforme el tiempo avanza confían menos en las autoridades. Antes de convertirse en víctimas indirectas escuchaban en las noticias que mucha gente pasaba días, semanas, meses o hasta años buscando a sus seres queridos. Jamás pensaron que en algún momento tendrían que tener lonas con el rostro impreso de sus hijos y gritar sus nombres frente a palacios municipales o en la propia Fiscalía para exigir su aparición. 

En algún momento de sus búsquedas Martina, Ignacio, Eladio y Juliana se han visto. A pesar de todo tienen la esperanza de encontrar las pistas que hacen falta para poder reencontrarse con sus hijos.

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