Un observatorio de medios detectó que las mujeres son discriminadas desde los medios mediante el uso de estereotipos y lenguaje sexista.
LUIS SORIANO | @LuisSorianortz
El 54.7% de las 5.7 millones de personas en México con discapacidad son mujeres, y una de cada cinco ha vivido alguna forma de discriminación en su día a día, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017.
Los medios no están exentos de esta dinámica. Según un análisis realizado por Documenta y Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), el 40% del material periodístico sobre mujeres con discapacidad contiene lenguaje discriminatorio y el 22% lenguaje sexista.
Las organizaciones crearon un Observatorio de medios sobre comunicaciones con discapacidad, integrado por 58 mujeres con distintos tipos de discapacidad, que analizó 198 textos periodísticos publicaos del 15 de julio al 15 de septiembre de 2020.
Los datos arrojaron que en los textos se coloca a las mujeres como víctimas, no contienen perspectiva de género y fomentan estereotipos.
Usualmente, las mujeres con discapacidad son identificadas a partir de sus familiares, y, en lugar de entrevistarlas directamente, sólo se consulta organizaciones civiles, familias o autoridades.
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Previo a la realización del escrutinio mediático, Documenta y el CIMAC realizaron un taller en el que mujeres con distintos tipos de discapacidad relataron algunos de los actos de discriminación que han enfrentado, y también discutieron sobre cómo deseaban que fueran representadas en los medios de comunicación.
Los hallazgos encontrados Documenta y el CIMAC llevaron a la realización del Manual de comunicación para la incidencia de mujeres con discapacidad, donde se detallan estadísticas sobre mujeres con discapacidad, la importancia de la perspectiva de género en la cobertura de noticias y lineamientos para realizar un trato periodístico respetuoso desde los marcos de derechos humanos, la sociedad y la política.
Fuente: Manual de comunicación para la incidencia de mujeres con discapacidad
Asimismo, las organizaciones realizaron dos folletos donde sintetizaron en 12 puntos la cobertura apta a mujeres con discapacidad. El primero generando lineamientos para una incidencia competente y el segundo explorando las estrategias de comunicación correctas.
¿Cómo mejorar la cobertura periodística?
El primer folleto, titulado Cambiemos lo que vivimos: generemos un plan de incidencia, procura la creación de una voz enfocada a influir, modificar e impactar la toma de decisiones incluyendo a las mujeres con discapacidad en la vida publica y cerrando las brechas históricas a través de seis pasos.
Lo primero que proponen es identificar el problema, es decir, observar qué necesidad especifica no está siendo atendida, e invita al lector a preguntarse: ¿cuál es el problema?, ¿cuáles son sus causas?, ¿a quiénes y cómo afecta?
Tras esto, el manual realizado por Documenta y el CIMAC exhorta a analizar el contexto político, económico social y geográfico en el que ocurren las problemáticas que afectan a estas personas, para generar alternativas viables de forma estratégica.
Asimismo, recomiendan hacer un mapeo de actoras y actores clave, es decir, identificar a las instituciones, individuos y organizaciones capaces de realizar el cambio que se busca lograr.
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El segundo folleto, titulado Tomemos la agenda: estrategia de comunicación, explora el papel de los medios de comunicación y la capacidad que tienen para adoptar estrategias de comunicación en línea con los derechos humanos de las mujeres con discapacidad.
Lo primero que se sugiere es establecer objetivos de comunicación, llamando a que los medios se cuestionen: ¿qué queremos lograr con nuestros mensajes?, ¿cómo podemos fortalecer nuestro proceso de incidencia desde la comunicación?, ¿qué cambios podemos generar con la comunicación?
La identificación de una audiencia es sumamente importante en la creación de contenido mediático, pues, en este paso se observa a quien se dirige el contenido creado. Las organizaciones sugieren vincularlo al mapeo de actoras y actores.
Se debe evitar un lenguaje discriminatorio mediante el uso de términos como minusválido, persona con capacidades diferentes, sordomuda, invidente, enferma mental, retraso mental o persona normal, y optando por palabras como: mujer con discapacidad (motriz, auditiva, visual, psicosocial, intelectual), persona sin discapacidad, o mujer ciega o sorda.
