Al funeral de Miguel Barbosa, gobernador de Puebla fallecido el pasado martes, asistió el presidente Andrés Manuel López Obrador y todo el gabinete federal. También alcaldes, funcionarios estatales, familiares y amigos. En el funeral sonó su jingle de campaña: una canción que habla sobre ser feliz.
MARIO GALEANA | @MarioGaleana_
Hubo un tiempo en que, allí donde Miguel Barbosa pisara, sonaba una canción. Hoy toca ser feliz, del grupo Mago de Oz, fue el jingle de las dos campañas electorales que libró para ser gobernador y el leitmotiv de sus últimos cuatro años de vida.
A finales de 2019, tres meses después de haber asumido el cargo, Barbosa le dijo a su esposa, Rosario Orozco, que quería que esa fuera la canción que sonara en su entierro. “Será en mucho tiempo, pero la quiero”, le insistió frente a cientos de personas.
Este miércoles, en su funeral, la canción ha sonado por última vez.
Un infarto puso fin a la vida del gobernador de Puebla al mediodía del martes 13 de diciembre. Tenía diabetes, un pie le había sido amputado nueve años atrás y días antes de su muerte había dicho que le dolía el brazo. Y, a pesar de todo, nadie habría dicho que Puebla volvería a quedarse sin gobernador en menos de cinco años.
Miguel Barbosa tenía un olfato político indudable y un peso a nivel nacional que ha sido correspondido con la asistencia a su funeral: el presidente Andrés Manuel López Obrador y todo el gabinete federal han acudido al homenaje de cuerpo presente que fue realizado este día en Casa Aguayo, la sede del gobierno de Puebla.
La primera en tomar la palabra ha sido su esposa Rosario, que lo acompañó religiosamente desde su primer día de campaña hasta el último día de su vida. Si alguien conocía a Miguel Barbosa era ella, la segunda figura más importante de esta administración y, al mismo tiempo, la más silenciosa: las veces que había hablado en público se cuentan con los dedos de las manos.
“Antes que nada, estas primeras palabras son para agradecer la presencia de todos y darle la bienvenida al licenciado Andrés Manuel López Obrador. Gracias por su presencia en este homenaje y despedida de un compañero de lucha, de un hombre que siempre lo admiró”, pronunció.
Y demostró que conocía de principio a fin las líneas discursivas del gobierno de Barbosa: dijo que había buscado la transformación de Puebla, la lucha contra la corrupción, la seguridad, la promoción del campo, la paridad de género, la Ley de Notariado, las reformas al Poder Judicial, entre una retahíla de otras acciones.
“Gracias licenciado Andrés Manuel López Obrador por haberle dado a mi esposo la oportunidad de gobernar este estado”, le dijo al final y la multitud reunida en el patio de Casa Aguayo estalló en aplausos.
El segundo y último en tomar la palabra fue el presidente de México. López Obrador hizo un breve repaso sobre su relación con el gobernador, al que dijo conocer desde hace más de dos décadas, y la forma en que sus caminos se habían separado y unido en el curso de la historia política contemporánea.
“Tengo muy buenos recuerdos de él y llegó un tiempo en que nos separamos. Pero no tardamos mucho en volvernos a unir. Recuerdo que antes de la elección presidencial lo invité, él estaba de senador por otro partido. Lo convoqué para que se uniera y juntos lográramos la transformación que necesitaba el país y que afortunadamente está en marcha. Él aceptó y se sumó a nuestra lucha”, pronunció.
Barbosa se había unido al movimiento de Obrador desde sus tiempos en el PRD y, tras la salida del segundo para fundar Morena, se convirtió en uno de sus principales adversarios. Es célebre el discurso en el que dijo, por ejemplo, que la soberbia de López Obrador era infinita.
Pero supo brincar a Morena a tiempo: desfondó la mitad de la bancada del PRD en el Senado, se la entregó a López Obrador y las puertas del nuevo partido se abrieron para él.
Fue Barbosa, como reconoció el presidente durante el homenaje, el primero en planear una marcha multitudinaria como respuesta a la movilización que los partidos de oposición realizaron semanas atrás con el argumento de defender al INE.
Y, con ese olfato de sabueso, ya trabajaba a favor de Claudia Sheinbaum como posible candidata a suceder a López Obrador en la presidencia.
“Antes de iniciar la marcha estaba esperándome”, recordó el presidente. “Lo saludé y le pedí que se abriera paso y se cuidara y se protegiera. Después vino a Puebla y también hizo su marcha. Por eso estamos aquí, rindiéndole este homenaje, apoyando a Rosario, su compañera de siempre. Su consejera. Su gran aliada”.
Después vinieron las guardias de honor y, uno a uno, funcionarios, secretarios de Estado, alcaldes, familiares y amigos se colocaron junto al féretro. La imagen fue transmitida en vivo, y podría decirse que toda la administración de Barbosa también lo fue.
Desde marzo de 2020, el gobernador realizaba todos los días una conferencia en vivo en el que se aplicaba a la prensa absoluto derecho de admisión e improbable derecho de réplica. Eran conferencias que duraban como mínimo treinta minutos, pero podían extenderse por más de una hora.
Quien quiera saber quién fue Miguel Barbosa debe asomarse a esas conferencias: horas y horas de una transmisión en la que gritoneó a reporteros, minimizó a las víctimas de feminicidio y de desaparición de personas, y a veces fue despiadado. Pero también puso a raya a sus rivales, contuvo la propagación de la pandemia, prometió investigaciones y puso en apuro a sus propios funcionarios.
Quien quiera saber cómo se veía a sí mismo, debería escuchar su canción. La canción de su funeral.
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funeral Miguel Barbosa