A Odiar Se Aprende: memoria y resistencia desde el teatro de Las Nahualas

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Fotografía: Daniel Chazari | @dannychazari

La obra recapitula distintos crímenes de odio cometidos en el país; fue representada en la reinauguración del Foro Cultural Las Nahualas, de El Taller.

Lulú Farrera | @Lulu_Farrera

Las tenues luces rojas provenientes del fondo del teatro se hacían cada vez más espesas conforme el inicio de la obra iba anunciándose. Era la reinauguración del Foro Cultural Las Nahualas, de El Taller, y era Día Internacional contra la Lesbofobia, a Homofobia, la Transfobia y la Bifobia.

Había dos actores en escena y, más allá, una lona de la que colgaban rostros de personas asesinadas. Así comenzaba la trama de la obra: con la representación del odio frente a las disidencias.  

Y entre los rostros estaba el de Jessica Patricia González Tovar, de 21 años, agredida con arma de fuego y  atropellada por un hombre en Monclova, Coahuila, mientras se encontraba con Fátima, su pareja.

Y el ded Miguel Ángel Medina Lara, de 21 años, activista por los derechos LGBT, apedreado con una lápida mientras se dirigía a su clase de teatro y, posteriormente, abandonado en un panteón en Acayucan, Veracruz.

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Y la del niño Gabriel Fernández, de 8 años, maltratado y golpeado hasta la muerte por su padrastro y su madre, quienes rechazaban la idea de que el pequeño, aficionado a las muñecas, pudiera ser homosexual.

Los actores Gabriela Cortés y Eglón Mendoza, ella fundadora y él integrante de El Taller A.C., miraban hacia la lona y, mientras cantaban y recorrían el escenario, reclamaban la vida y la memoria de lxs que ya no están: vidas cortadas por el odio atizado por las instituciones religiosas y los Estados.

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Fotografía: Daniel Chazari | @dannychazari

Desde el escenario, en su primer parlamento, Gabriela Cortés explicaba que “el término homofobia hace referencia a la aversión obsesiva de hombres y mujeres homosexuales, aunque también son incluidas las personas transexuales y bisexuales”.

Y decía, además, que “el origen de la homofobia son los prejuicios sociales, ideologías políticas, culturales y religiosas”, y que tanto gobiernos de derecha como de izquierda, en todo el mundo, han perseguido, o persiguen, la diversidad sexual.

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Hincada de rodillas frente al personaje de Eglón, quien en ese momento interpretaba a un sacerdote  que condena con violencia lo que sale de lo tradicional, Gabriela remataba su diálogo recordando que tanto el odio como el asco son actitudes que se aprenden.

La obra, nombrada A Odiar se Aprende, avanzaba así: dos cuerpos interpretando roles, censura, disidencia, odio, amor, incomprensión.

Fotografía: Daniel Chazari | @dannychazari

La representación fue dirigida por Mónica Ponce, integrante de El Taller, y persigue al teatro documental y al biodrama.

Sobre todo, la obra reflexiona a través de una estructura que retoma elementos de algunas notas periodísticas y casos de crímenes de odio cometidos en México, así como testimonios de los actores y entrevistas hechas a personas con diferentes orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género.

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Tras un año de cierre por la pandemia de COVID-19, el foro Las Nahualas y El Taller A.C., reabrieron el telón con esta obra, que es también una proclama contra los crímenes de odio.

A Odiar Se Aprende actúa como una herramienta de resistencia que da voz a las a las historias que hasta el momento han permanecido en el anonimato y que surgen muchas veces desde el odio cotidiano, pues a través de su toque distinto, esta obra se convierte en la exposición estructural de una problemática que no se puede ni se debe normalizar.

Fotografía: Daniel Chazari | @dannychazari

“Para nosotras el teatro ha sido nuestro medio y un motor para denunciar y para llegar a muchos espacios de muchas comunidades y de todas las edades”, dijo Gabriela Cortés en una entrevista con Manatí.

Cortés puntualizó que no hay que dar por hecho que la lucha se termina con la llegada de las recientes leyes y reformas que defienden la diversidad, como la Ley Agnes y la aprobación del matrimonio igualitario, sino que es muy importante seguir nombrando las cosas que suceden hasta que el homo-lesbi-trans odio haya cesado.

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Por su parte, Eglón Mendoza dijo que le gusta pensar que quienes acuden a la función, “más que salir con respuestas o con la satisfacción o el placer del entretenimiento, salgan con preguntas al despertar de una realidad que nos está llamando”.

“En este momento, el teatro y el arte en general, es el espacio ideal para volver a construir o reconstruir lo que tengamos que sanar”, concluyó.

Fotografía: Daniel Chazari | @dannychazari

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