Una historia de abuso, homofobia y discriminación en Estrella Roja Puebla

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Durante cinco años, Carlos sufrió abuso y discriminación por parte del personal de Estrella Roja Puebla. Lo marginaron del resto y lo hostigaron por ser homosexual y tener VIH. Por el caso hay dos denuncias penales, una demanda laboral y una investigación de Conapred.

PALOMA FERNÁNDEZ | @palomapen

A sólo cuatro meses de empezar en la empresa de autobuses y transporte Estrella Roja Puebla, Carlos vivió por cinco años malos tratos, acoso, discriminación y actos que incluso comprometieron el tratamiento de VIH con el que vive.

El acoso por parte de sus superiores y compañeros le ha dejado un daño emocional, principalmente por su orientación sexual y su estatus médico.

“Empiezan muchos ataques respecto a mi condición como homosexual, y así iban las cosas, como si fuera una bola de nieve, empezaron con pequeños apodos, pequeños sobrenombres, fueron creciendo, creciendo y creciendo”, relató para Manatí el joven de 33 años.

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La receta que el IMSS emitió sin ocultar la información que Carlos les había pedido, lo cual generó los ataques en su centro de trabajo.

La primera vez que Carlos tuvo problemas en su empresa fue el 4 de noviembre de 2017, cuando estaba en el centro de atención telefónica. Por un malestar estomacal agudo tuvo que asistir a la Clínica 6 del IMSS para una valoración médica.

Para este momento, él había mantenido su diagnóstico de seropositivo en privado, ya que temía que ocurrieran actos de discriminación de los que fue víctima después.

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Por esa razón había pedido que este dato se mantuviera fuera de su receta médica porque no tenía relación con su enfermedad, y era precisamente la receta que iba a presentar como justificante en su trabajo. Los médicos fueron omisos y así fue como su superior en ese momento, una mujer de nombre Adriana, se enteró que Carlos vive con VIH.

“Me dice que tiene un problema y que tiene que hablar conmigo, que es muy importante, una situación muy delicada. Al principio yo pensé que me iban a correr, o que había hecho algo muy malo, en eso me comenta la licenciada Adriana que dentro de mi nota médica colocaron que soy VIH positivo, y me dice que hay un problema”, narra Carlos.

Su jefa presionó a Carlos para realizarse pruebas, con el argumento de que la información había llegado al gerente comercial de la empresa. Él se negó amparándose en el error que el IMSS había cometido al colocar ese dato en su receta.

Además de que, para solicitar la corrección, tuvo que recurrir a la Comisión de Derechos Humanos (CDH) en Puebla, ya que el IMSS le negó la petición.

De ese momento en adelante, las cosas empezaron a cambiar en su ambiente laboral de manera paulatina; primero dejaron de saludarle de beso, después comenzaron a prohibirle agarrar vasos, a no permitirle que tocara los alimentos en los convivios, y las agresiones escalaron cuando llegó su nueva jefa, Elizabeth.

Discriminación y aislamiento en Estrella Roja Puebla

Por órdenes de su nueva superior, Carlos fue aislado de sus compañeros en un rincón de la oficina que se encontraba bajo un ducto de aire acondicionado. Esto le ocasionó problemas de vías respiratorias por meses, al punto de que clientes y compañeros comenzaron a quejarse de la tos tan fuerte que presentaba.

Elizabeth se rehusó a cambiarlo hasta que Carlos pudo comprobarle medicamente, que ese síntoma no tenía nada que ver con el VIH a pesar de lo insistente que ella era con el tema.

¿La solución? Voltear las posiciones de la oficina a modo que Carlos siguiera aislado, pero ahora sus compañeros, molestos, le culparían si llegaran a enfermarse por esa decisión. Y no sólo era esa molestia, ya que empezaron los rumores de su condición seropositiva por parte de su propia jefa, que también incitaba a que lo segregaran. Estas actitudes pronto se convertirían en agresiones.

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“En una ocasión, estaba con uno de mis compañeros, se voltea y me dice ‘eres un sidoso y te vas a morir’. Me quedé como de ‘¡qué te pasa!’, y mis compañeros se empiezan a burlar de mí. Lo que hice fue salirme, y me metí en el baño a llorar, porque me dio mucho coraje que me dijera eso”.

También las agresiones se trasladaron a sus cargas de trabajo y horarios laborales, que eran sumamente importantes para poder continuar con su tratamiento en el seguro social.

“Es muy importante que vayas a la citas (del seguro social), porque si la pierdes, ya perdiste un montón de procesos, y más si tienes laboratorios o placas”, explica.

Lo obligan a aplicarse una prueba

En noviembre de 2018, sus superiores transgredieron de nueva cuenta su privacidad al obligarle a hacerse una prueba rápida de VIH en una campaña convocada por la empresa que albergaba las oficinas del centro de atención telefónica de Estrella Roja.

En ese mes se solicitó una campaña de vacunación para trabajadores del centro E-Contact, por lo que en teoría no era obligatorio para los empleados de Estrella Roja Puebla, pero Elizabeth decidió mandar a Carlos y a otra de sus amigas, que se ofreció a acompañarlo, a dicha campaña.

Al llegar, notó que había una hoja con sus datos previamente escritos, y que en la mesa había una prueba rápida de VIH.

“Las enfermeras me dicen que de hecho a las pruebas no se les pone nombre, ya que sólo se proporciona al principio antes de prueba, y yo lo sabía, pero es que yo no di mi nombre, ya lo tenían, pero no me caía el 20 todavía porque estaba más nervioso por la prueba”.

Al salir del cubículo con los resultados de su prueba, su jefa lo abordó agresivamente exigiendo que se los diera a pesar de ser documentos confidenciales, y a pesar de que la Ley Federal del Trabajo bajo el artículo 133 protege a todas las personas que, como Carlos, son portadoras de VIH SIDA.

Desde ese momento, ya no sólo se trató de su enfermedad, sino también de las burlas que le generó ser parte de la comunidad LGBTTTIQ+.

Discriminación por su orientación sexual

Entre los apodos que sus compañeros usaban para denigrarlo, los principales hacían referencia a su orientación sexual. Comenzaron a cambiarle el nombre a “Carla” y a continuamente cuestionarle sobre su intimidad sexual.

Los apodos se convirtieron en acciones de humillación pública, cuando en un convivio en que regalaron tazas personalizadas a los empleados con fotos de sus hijos, de ellos mismos o de sus gustos musicales, a él le dieron una taza impresa con la bandera LGBT+ y el apodo “canelita”, que hacía referencia a su color de piel.

“Me hacen pararme enfrente de todos para recibir la taza, y obviamente como me exhibieron, empezaron a reír. Fue algo incómodo, porque ya sabían que ese apodo no me gustaba, no me gustaba que me hablaran en femenino porque no me identifico como mujer, me gusta mi tono de piel, no me gustaba que se burlaran de eso, y mucho menos que pusieran la bandera LGBT para burlarse”.

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Igualmente, su jefa comenzó a llamarle la atención de forma constante sobre su ropa –sin un reglamento de vestimenta impuesto—, sus ademanes, su forma de ser o de hablar, porque relata, le molestaba que “joteara mucho”.

Al no estar dispuesto a aguantar ese ambiente laboral, denunció de forma anónima acompañado de algunos de sus compañeros, quienes fueron despedidos después.  

La respuesta de sus superiores fue burlas y revictimizaciones, esta vez por parte del gerente comercial de Estrella Roja Puebla, un licenciado de nombre Eduardo.

“Eduardo me dice que me lo estoy tomando muy personal, y que si no me gusta cómo me tratan, que mejor me vaya. Yo no sé por qué yo me tengo que ir, si yo no les estoy haciendo nada y en ese momento lo más importante para mí es el IMSS, porque si tienes tratamientos y citas médicas, no te puedes dar el lujo de renunciar”.

Semanas después de ese altercado, acusaron a Carlos de robo injustificadamente para despedirlo.  El gerente de recursos humanos, Juan, alegó que este había sido por medio de la solicitud de devolución de dinero de unos boletos que un amigo de Carlos realizó para viajar en mayo.

“Yo no acepto ese despido que yo quiero que se me demuestre que efectivamente yo estoy pidiendo la devolución de la tarjeta. Me comentan que harán una investigación con el sistema de Estrella Roja para revisar que efectivamente, yo no robé, y me dice que me tome el fin de semana”, narra Carlos.

En realidad, el lapso se convirtió en tres semanas. Tres semanas sin seguro social, sin trabajo, sin citas médicas y sin acceso a su medicación. Y a pesar de presentarse varias veces en su trabajo, le negaron la entrada. La vía legal fue su única opción.

Después de mucha insistencia de Carlos, y la intimidación y omisión, que la empresa buscó resolver por medio de dinero, Carlos fue reubicado al área donde pasaría los últimos momentos de su carrera en Estrella Roja, el taller mecánico.

Violación a la privacidad y acoso

Al llegar al área notó que iba a ser más complejo de lo que asimilaba ya que los comentarios y las vejaciones sobre su orientación sexual se intensificaron.

 “Siempre eran comentarios de ‘ahí viene el putito’, ‘ahí viene el joto’”. Además de los apodos, Carlos nunca fue remunerado justamente por su trabajo. Empezó como recepcionista y escaló hasta ser supervisor, pero nunca percibió un sueldo igual al de sus compañeros a pesar de realizar el mismo trabajo, tener más antigüedad, y haber perdido casi dos meses de sueldo y vacaciones por las amenazas de despido.

Este hecho intentó denunciarlo ante la Procuraduría del Trabajo, pero recibió nuevamente la minimización de su caso, y hasta burlas por parte de los funcionarios que le atendieron.

“Me atendió una chica y le expuse todo lo que había pasado. Lo que me dijo fue ‘da gracias que tienes trabajo’, me dice, ‘ya no te quejes porque el proceso es muy largo y es muy complicado y el delito de la discriminación es el delito más difícil de comprobar, más en tu caso porque es solamente lo que tú nos dices’. En ese momento le mostré las fotografías y dijo que eso no demostraba nada”, denuncia Carlos.

Carlos no desistió, y aun cuando ya había resuelto la discriminación sufrida en el centro de atención telefónica, no estaba preparado para la violación hacia su privacidad y el constante acoso que le provocó que uno de sus compañeros de oficina difundiera sus fotos íntimas, mensajes y capturas de su WhatsApp personal.

Al ser supervisor, él era acreedor de un equipo celular que la propia jefatura le negó, por lo que se vio obligado a utilizar su teléfono personal. Por esta razón el 4 de noviembre de 2021, realizó su trabajo con normalidad abriendo su WhatsApp personal en la computadora que compartía con su compañero Arturo.

Arturo, al percatarse de que Carlos dejó su WhatsApp abierto, comenzó a revisar sus mensajes con familia, amigos y su pareja, de donde extrajo sus fotos íntimas que difundió por medio de correos electrónicos y mensajes.

“Sentí que se me acababa el mundo. Sigo caminando en el taller y empiezo a encontrar mecánicos y me empiezan a faltar al respeto”.

Intentó recurrir a sus superiores que lo humillaron ante el personal tildándolo de “enfermo sexual” y acusándole de ver pornografía en horario laboral.

Asistió a la Fiscalía especializada de delitos contra la comunidad LGBTTTIQ+, donde al hacer los cateos correspondientes a la empresa, los expedientes delataron que se trataba de él a pesar de ser denuncias anónimas.

“La empresa es una miserable”: su despido y la batalla legal

“Cuando yo regresé el 20 de diciembre, las cosas cambiaron muy feo en el taller. Habla conmigo el ingeniero Froilán (jefe del taller) y me dice que yo no puedo salir de mi oficina, que no me quiere ver con ningún mecánico y no quiere ver que ande caminando en el taller, y pues me empiezan a aislar. El día 18 de febrero me mandan a llamar de recursos humanos para decirme que me van a despedir”.

Del 28 de diciembre al 20 de enero de 2022 Carlos estuvo hospitalizado. Por esta razón la empresa argumentó el despido por baja en la productividad, esto a pesar de saber su incapacidad.

Al pedirle firmar su renuncia, se percató que esta tenía un párrafo donde aceptaba que la empresa nunca de discriminó por ningún motivo ni circunstancia.

 Se negó a firmar y así fue como interpuso dos denuncias penales una por violación a la intimidad sexual y otra discriminación, una demanda laboral, y un proceso de investigación por parte del INAI por la retención de sus documentos médicos por parte de la empresa.

Una de las denuncias contra la empresa Estrella Roja Puebla por discriminación.
Una de las denuncias contra la empresa Estrella Roja Puebla por discriminación.

Pero más allá de sus procesos legales, Carlos también debe lidiar con una parálisis de diafragma que le provocó el estrés y el acoso constante de la empresa vía telefónica incluso después de todo el daño hecho.

“La empresa es una miserable, honestamente. Conmigo y con lo que le hicieron a otras compañeras, es esperable con una pérdida humana enorme, y una empresa ultra machista. Machista y misógina”.

Así, sin poder conseguir un nuevo empleo por las malas referencias de la empresa, sin acceso al seguro social y sin justicia, es como Carlos denuncia a la empresa Estrella Roja Puebla ante Conapred.

El caso de discriminación y abuso por parte de Estrella Roja Puebla ya es investigado por el CONAPRED.
El caso de discriminación y abuso por parte de Estrella Roja Puebla ya es investigado por el CONAPRED.

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