Cada uno de los miembros de esta sociedad somos cómplices de esos asesinatos, somos asesinos en potencia. Somos seres de odio, somos los demonios que habitan la que fuera la Puebla de los ángeles
Mujeres y varones no somos competencia, somos complementarios, tratemos de mirarnos con el mismo espejo, observando nuestras diferencias, pero sobre todo aquello que nos une y que en primera instancia es el ser humano, ser racional, emocional, social, político, tenemos una misma dignidad y es lo que permite nuestra sobrevivencia.